¿Qué son los micrófagos?
Diferente pero similar a los macrófagos, los micrófagos son un tipo de glóbulo blanco fagocítico que circula por el cuerpo en busca de sustancias innecesarias o dañinas para destruir. Son parte de la inmunidad innata del cuerpo, lo que significa que pueden combatir cualquier tipo de microorganismo patógeno o partícula extraña que invada el cuerpo.
Los micrófagos se crean a partir de células precursoras en la médula ósea. Una vez creados, ingresan al torrente sanguíneo y residen dentro del sistema circulatorio durante un período de horas antes de abandonar la circulación y morir de forma natural.
Similitudes y diferencias entre micrófagos y macrófagos.
Los micrófagos y macrófagos son pequeños fagocitos, un tipo de célula inmunitaria capaz de ingerir bacterias, células pequeñas y otras partículas. Ambos existen dentro de la sangre y la linfa, se originan en la médula ósea, y ambos tienen el propósito de eliminar los desechos celulares y los microbios invasores a través de un proceso llamado fagocitosis. Esencialmente actúan como carroñeros, eliminando y destruyendo todo lo que reconocen como extraño al cuerpo, desde invasores virales y bacterianos hasta células cancerosas.
Los micrófagos y los macrófagos realizan la fagocitosis a través de algo llamado sistema contráctil actina-miosina. Esto permite que las membranas celulares de los fagocitos se expandan para engullir e ingerir microorganismos y desechos celulares.
Aunque los micrófagos y los macrófagos realizan la misma función principal de ingerir material dañino, difieren en tamaño, número y vida útil. De los dos, los micrófagos son mucho más pequeños, de ahí el prefijo "micro-", y viven solo unos pocos días en comparación con los macrófagos, que tienden a vivir hasta varios meses. Los micrófagos también están presentes en cantidades mucho mayores que los macrófagos y, como resultado, se encuentran reservas de micrófagos en la médula ósea.
Cómo asegurar buenos niveles de micrófagos
Los micrófagos son actores clave en el sistema inmunológico del cuerpo y, por lo tanto, mantener buenos niveles de micrófagos es importante para contribuir a una buena salud inmunológica. Esto significa comer una dieta saludable, evitar fumar y beber en exceso, mantener un peso saludable, hacer ejercicio y tomar suplementos inmunológicos cuando sea necesario.
Consumir alimentos que contengan ácido fólico, hierro, proteínas y vitamina B6 son excelentes maneras de asegurar una médula ósea saludable, lo que da como resultado una producción saludable de micrófagos para su sistema inmunológico.
Referencias: